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sábado, 22 de agosto de 2015

Poema 1


Madrid despierta y tu tienes que irte a trabajar.
Te levantas lentamente de la cama. Yo sigo tumbada, dándote la espalda, dando la espalda a todo lo que fuimos.
Hace rato que estoy despierta y mirando a la pared contengo las lágrimas. Sé que es la última vez que nos diremos buenos días en esta habitación de Malasaña.


Te vistes rápido, como siempre, como en todo, llegas tarde.
"Me tengo que ir chiquitina" me dices, y yo no sé que contestar, sigo inmóvil, como un maldito zombie.
Te acercas a mi, con las rodillas sobre la cama y una mano en la pared y la otra sobre la almohada.
"Cuídate mucho" susurras ahora, y me besas la cara en una serie que cuento aproximadamente de 10 besos.
Aprieto los ojos con fuerza cuando noto que te cae una lágrima sobre mi mejilla.
Pero no me muevo, no encuentro el valor para mirarte a la cara y decirte que te sigo queriendo a pesar de haberla elegido a ella.

Te acercas a la puerta y con voz temblorosa te despides "que tengas buen viaje, avísame cuando llegues".
Llegues, dices, tantas veces "llegué" contigo... Me invaden los recuerdos de cuando no podíamos parar, de cuando el sexo no nos dejaba salir de casa. Estar conmigo era como volver al instituto me decías entre sonrisas, y nos volvíamos a besar y otra vez nos perdíamos en nuestros cuerpos, y nuestros cuerpos se perdían en nuestros besos.

Cierras la puerta, y con ella nuestra historia. Me rompo en mil pedazos. Yo me quedo dentro, aún faltan horas para que salga mi tren. Tal vez aún siga ahí, en el mismo rincón de la cama dónde tantas veces te esperé.

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